domingo, 24 de febrero de 2008

Los lobos y el cordero

Dos lobitos que perseguían corderos atraparon un día un corderito y decidieron llevárselo a sus padres.
Pero en el camino el cordero les enseño trucos y resultó ser muy gracioso que cuando su padre decidió sacrificarlo le suplicaron que lo perdonara.
-¡De acuerdo! así lo alimentaremos bien y nos lo comeremos cuando esté más gordo.
Ataron el cordero a un gran árbol que estaba a un lado de la entrada de la cueva. Los lobitos se acostumbraron a jugar con él. El corderito sabía muchos juegos e inventaba otros que los lobitos lo destaron para que pudiera correr con ellos.
-No dejen que corra demasiado, eso endurece las piernas de los corderos
- decía el padre. Pero el corderito se hizo cada vez más fuerte.
Un verdadero lobezbo, pensó el padre, un día que el lanudo animal habia mordido a uno de sus hijos.
Y la madre lobo se enterbecía ante aquel pequeño granuja.
Los paseos de los tres amigos los llevaban cada vez más lejos.
Un día en que se había aventurado hasta el lindero del bosque, el cordero vio un rebaño de sus antiguos amigos. - No parecen divertirse mucho... y luego llevar a esos perros pegados a los talones en cuanto uno se desmanada un poco deve ser una pesadez.
Como había pensado en voz alta, uno de los lobitos le propuso: -¿ porqué no te acercas un poco y nos dices adónde piensan ir a pastar mañana?. El cordero se metió en en medio del rebaño y consiguió interesante información: el rebaño pasaría por el puente del Diablo, al amanecer del día siguiente. Los lobitos y sus padres se pasaron toda la noche preparando una trampa. A las primeras luces, el rebaño caminaba por el sendero que pasaba encima del puente. Los primeros animales cayeron por el agujero que habían hecho los hábiles carnívoros. El resto aterrorizado, retrocedió derribando al pastor. Así que los lobos sólo tuvieron que cargar con sus víctimas y llevarselas a su cueva. La maravillosa captura había convertido al cordero en el espía soñado.
Escuchaba las conversaciones de los pastores, de los carneros y de los perros. Y por la noche contaba los itinerarios que iban a seguir, los horarios de siesta de los pastores y de los perros, así los lobos trazaban su plan de ataque.
La abundancia reino en la cueva de los lobos, el refri estaba lleno y tenían lana en abundancia para tejer cálidas mantas. El invierno prometia ser muy feliz.
Pero los corderos acabaron sospechando algo: había un traidor en el rebaño.
Los ancianos corderos olvidaron sus viejos pleitos e idearon un plan para descubrir al traidor.
-Mañana iremos al parado cuadrado. dijeron en voz bien alta, aunque sabían muy bien que al día siguiente irían al prado puntiagudo. Y en efecto, desde el prado puntiagudo donde pastaban a la mañana siguiente, los corderos pudieron contemplar la trampa tendida por los lobos a la salida del prado cuadrado y vieron también al traidor. Los corderos más fuertes empujaron una roca que por poco mata a los lobosy su complice.
-¡Nos has tendido una tramapa falso hermano! - gritaron los lobos- Huye antes de que...
el cordero no esperó a oir el final: hechó a correr a través del bosque y al llegar cerca del rebaño comprendió que haría mucho mejor en seguir de largo. Así se convirtió en un cordero indigente. Amenazado por los lobos, rechazado por los suyos.
Los lobitos por su parte, ana vez pasados el susto y el enfado, hechaban mucho de menos a su compañero de juegos. Pero los lobos no están hechos para jugar con corderos...siempre acaba mal